“Sera echado un puñado de grano en la tierra, en la cumbre de los montes; su fruto hará ruido como el Líbano. Y los de la ciudad florecerán como la hierba de la tierra.” Salmos 72:16
Grandes son los desafíos del liderazgo en los ministerios hoy en día. Uno de ellos es la obtención del éxito. ¿Qué es el éxito para empezar? Y ¿cómo llega a ser este una realidad?
En la filosofía humana el concepto del éxito, difiere bastante de cómo se considera en el cielo. El éxito según el concepto humano, se percibe en cosas materiales mayormente y adjudica su crédito total precisamente al ser humano, su habilidad, destreza y ego. El cielo ve el asunto muy diferente.
En Salmos 72:16 vemos el resultado de un rotundo éxito: de un puñado de grano una cosecha impresionante. Y el texto anterior (Salmos 72:15), nos da la clave: Oración y bendición.
Concluimos que una vez desarrollemos toda cualificación y hagamos todo el esfuerzo posible aún no está el éxito garantizado. El éxito es el desarrollo de la voluntad de Dios. Lo da Su bendición. Sin embargo, si no desarrollamos esas cualificaciones y no hacemos mayor esfuerzo tampoco vendrá el verdadero éxito.
Hagamos pues todo lo que esté a nuestro alcance para desarrollar las facultades afines con la obra que Dios nos ha conferido. Hagamos todo el esfuerzo posible que la mente y el cuerpo nos permite. Pero sobre todo caminemos con Dios y confiemos que el desarrollo de Su voluntad es el verdadero éxito.